¿Lo has sentido en lo más profundo de tu corazón? ¿Lo sientes ahora? Acéptalo, sí, al dolor, compréndelo, abrázalo y respétalo. Él está ahí para mostrarte, para enseñarte, para hacerte más fuerte.
No le des la espalda, no le des de lado. Muéstrale tu rostro, exprésale qué sientes, qué piensas, dile con voz muy clara y firme o rota por la incomprensión, por la impotencia, por el sufrimiento; que no le das de lado, que entiendes que tienes que aceptarlo, que aunque no aguantabas más, has decidido superar, avanzar y aclarar qué está pasando, por qué y para qué. Que entiendes que tiene una misión, la de hacerte Ver y entender para después trascender. Explícale que ahora sí sabes qué hacer con él: integrarlo en tu ser, no separarle de tu lado, sino unirlo al Sentido que conforma tu Ser, pues él tiene sentido.
Escucha la información que te quiere dar, ábrete a ella, a escucharla, a verla, a sentirla. Demuéstrate a ti mismo, a ti misma que puedes, pues es necesario. Un impulso valiente que nace de tu corazón, brota entusiasmado porque sabe es el camino. Y tu mente, ella también acompaña a tu corazón, pues ahora entiende cuál es el mejor camino. Sí, esta transición. La de transitar el dolor. Ya no es un camino oscuro, largo y sin sentido donde te sentías perdido, ahora se ha convertido en un riachuelo hermoso con su luz, su sol, su arcoíris y un sendero hermoso sinuoso, para seguir descubriendo, visitando y aceptando.
Pues tu camino es el que tú decides transitar, el que tú decides observar y experimentar.
Decide siempre caminar, no te pares en el camino a no ser que te quieras contemplar, que te apetezca reflexionar o descansar para tomar impulso y seguir, avanzar.
Tú que sabes dentro de ti el camino a andar, eleva tus alas y atrévete también a volar, sólo depende de ti.
El dolor no es más que una transición que a veces se enquista, pero que tiene solución. Es una consecuencia, una reacción, una circunstancia, una salida, no un stop. Puede serlo por un momento para decirte "espera", "espera un momento", "voy a escuchar a mi dolor". Así sí, de esta manera sí, ponte a tu disposición, a escuchar a tu dolor. ¿Qué te quiere decir?, ¿Qué te quiere contar?, ¿Qué te quiere dar?.
El dolor no es más que otra parte de ti, una parte de ti que puede cesar, cuando la aceptes de verdad. ¿Qué cómo?. Entendiéndola, respetándola, respetándote a ti. Dale la vuelta, deja de buscar, observa, mira con atención y escucha con tu corazón bien despierto, bien abierto, pues en él está la respuesta. Se la clave que esperas, que anhelas, que buscas. Se la respuesta.
Una nueva era, la de tu corazón en marcha, muy consciente te espera. Te desea, te llama. Hazlo entrar en esa nueva era, desde tu propia llamada, la que se produce en tu interior, pues tú mismo te llamas.
Anclada está la respuesta en ti, la de ¿por qué tanto dolor?, ¿por qué?, ¿para qué? Todas ellas, todas las respuestas. Sete fiel y escúchate. Escucha todas ellas.
LA MANIFESTACIÓN DEL DOLOR.
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