Acéptate tal y como eres, con todas tus luces y todas tus sombras. Por dentro y por fuera, desde cualquier perspectiva, acéptate. Porque si no te aceptas, te niegas, te rechazas. Indica que no te comprendes y no tienes compasión por ti. ¿Qué haría el Amor por ti? Lo que hiciera falta, para salvarte, porque te ama incondicionalmente. ¿Qué harías tú por ti? ¿Qué te diría o cómo actuaría el Amor ante ti? ¿Ante tu dolor, tu tristeza, tu desazón, tu incomprensión, tu rabia, tu frustración? ¿Qué te dirías tú? ¿Cómo actuarías? ¿Cómo lo sueles hacer?
¿Qué parte de ti no te gusta? ¿Qué no te gusta de ti? ¿Qué cambiarías? Haz una lista y toma más conciencia de que aquello que rechazas, vuelve a ti con más fuerza. ACEPTA.
¿Cómo te tratas? ¿Crees que te amas de verdad? Si de verdad te amaras, no te rechazarías, no serías tan exigente contigo misma, te tratarías mucho mejor. No te azotarías o te castigarías una y otra vez. No te sentirías culpable. PERDÓNATE.
Deposita toda la carga que hay en ti, tomando responsabilidad, sí, pero actuando desde la Paz, la comprensión hacia ti misma. Elévate y sal a la superficie para que puedas respirar. Te ahogas a ti misma y te hundes cada vez más si no te aceptas, si te rechazas así. Porque entonces, juegas al juego de las máscaras y no eres libre. Hazte libre, aún puedes elegir.
Juega al juego del Amor y ámate incondicionalmente. Ayúdate cada nuevo día a renacer y a transformar aquello que elijas de ti, aquello que desees mejorar para tu bien y el de los demás, pero no te autodestruyas. TRANSFÓRMATE.
Hazte bien, quiérete más, ámate de verdad y eso encontrarás fuera. Cuida de ti y date más, mucho más.
El mundo es para ti. Amanece dentro de ti.
Tus hermanos guías y la Luz del jardín. Sal al jardín, tu jardín, la Luz está en todas partes.
Juega y diviértete.
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