Me sumerjo en los remolinos de mi memoria y me subyugo. Mi aliento es fresco aún pero mi cuerpo me estorba. Enciendo una luz dentro que me calma y consuela, y con ella viajo de forma astral hasta mundos inhabitados aún, otros muchos sí lo están y me fundo con la vida que hay en ellos. Soy un elfo, o una salamandra, un hada, un extraterrestre jamás visto, una planta, la Nada.
Y me calma la riqueza que puedo encontrar porque sé que hay vida más allá de esta cama y mi enfermedad. Me alivia y me dejo subyugar y llevar por esa calma que me mece y me anima, me llena de vitalidad y de sonrisas. Me calmo así, dejándome estar en la impermanencia de la vida, y me gusta.
Contemplo y no dejo de contemplar a la vez que me fusiono con esa vida que encuentro y siento. La siento muy viva, muy vital. Aquí no importa que no tenga cuerpo. Es perfecto. La Paz.
Y me dejo llevar, me dejo llevar, me dejo llevar…
¿Cómo te dejas llevar tú en tus ensueños? ¿En tus meditaciones? ¿En tu interior?
Escucha la Luz que llevas dentro y viaja, siente, explora. El infinito es en ti.
Con Amor.
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